La leyenda de Amarú - Por Fabián Gatti
En una aldea perdida se contaba una antigua leyenda. Las noches como hoy, cuando enla quietud absoluta puedes escuchar, sentir un ligero y persistente temblor, algunos
ancianos aún recuerdan la leyenda del indio Amarú.
Amarú fue un indio charrúa capturado y traído a nuestras tierras a mediados del mil
quinientos por un aventurero inglés, noble a fuerza de libras, llamado Sir Lockerheart.
Si bien este caballero pretendía incluirlo en el zoológico de su fastuosa casa de la
campiña inglesa, primero decidió presentar su última adquisición en la sociedad
parisina.
El breve transcurso de los tres días que demandaban los preparativos de la fiesta,
cambiarían la vida de la familia Lockerheart para siempre.
Alicia, la joven esposa de Sir Lockerheart nunca había terminado de acostumbrarse a
sus públicas infidelidades. Pero lo que realmente hería su sangre Sevillana era que
Lockerheart, no contento con la cuantiosa dote que recibió, había traicionado a su
querido padre, adueñándose de su fortuna mediante un hábil fraude.
Durante el viaje del maldito a América, financiado con el dinero y la sangre de su
familia, tramó una docena de posibles venganzas. Ninguna era la adecuada. Quería
castigarlo con creces, no sabía cómo pero iba a humillarlo
Es así que la segunda noche que volvió Sir Lockerheart, la improvisada celda del
sótano, donde dormía Amarú, se convirtió, para sorpresa del charrúa, en alcoba nupcial.
Pese a la exigua alimentación que recibía, Amarú se desempeñó muy bien. Las tres
veces.
Al día siguiente, por primera vez Amarú devolvía la sonrisa, rejas mediante, a Sir
Lockerheart.
-Después de todo, hay algo casi doméstico en estos animales- se dijo el sonriente
caballero inglés.
La misma silueta feliz se dibujaba en sus labios cuando nueve meses después esperaba,
en la pieza contigua a su alcoba, el nacimiento de Graham, su primogénito, su heredero.
Los cinco minutos posteriores al parto fueron los más felices del último año de Alicia.
Cuando vio la deformación en la cara de su esposo, comprendió que había logrado su
objetivo. Su amor propio fue derrotado de una vez y para siempre.
Mientras era ahorcada por las iracundas manos, Alicia dejó nuestro mundo con una
mirada rebosante de alegría. En el clímax de una copulación de nueve lunas.
Lockerheart, que había ordenado a la partera que se fuera de su casa, recordándole que
pagaría con su vida una indiscreción, enrojeció de rabia al escuchar la puerta detrás
suyo.
-Dije que...
Su frase se cortó junto a su garganta, con una piedra afilada pacientemente por una
mano salvaje...
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