El entierro organizado de los cuerpos en fosas comunes ubicadas en áreas rurales ha sustituido al abandono de los cadáveres en escampados, quebradas o ríos, que era una característica habitual de los asesinatos asociados a maras o pandillas en este país centroamericano.
Según registra la Fiscalía General de la República (FGR), el año pasado recuperó 170 cadáveres enterrados en cementerios clandestinos y en lo que va de 2010 la cifra se eleva a más de 150.
De acuerdo a la Policía Nacional Civil (PNC) ambas pandillas han concentrado los cementerios clandestinos en la zona rural del departamento de La Libertad, específicamente en los municipios de Colón y Santa Tecla, a poco más de 15 kilómetros al oeste de la capital.
El subdirector de Seguridad Pública, Hugo Ramírez, indica que el lugar del hallazgo ofrece ciertas condiciones que favorecen la comisión del delito.
"Es una zona agreste, rodeada de cafetales, pero que está al alcance de vías de acceso donde es fácil llegar en automóvil o a pie", dice Ramírez.
Ambos municipios también figuran como los que acumulan más reportes de personas extraviadas, con 150 casos en los últimos dos años.
Desaparecidos
Según éste, muchos de los hallazgos corresponden a personas que han sido reportadas como desaparecidas, un fenómeno creciente para las autoridades policiales.
Investigador de la Unidad dTengo casos de personas que saben exactamente dónde está enterrado alguien (su familiar), pero prefieren callar porque la pandilla tiene ojos y oídos en todas partes
Desde 2007 los casos de personas desaparecidas o extraviadas superan los 900, de los cuales 598 sucedieron el año pasado. Hasta abril de 2010, el registro alcanza 185.
"Por experiencia le digo que quien desparece sin dejar huella es porque probablemente está enterrado", advierte a BBC Mundo un investigador de la Unidad de Criminalística de la Fiscalía, quien apunta que existe un subregistro de datos.
"Estamos ante una 'cifra negra' de extraviados", dice al referirse a los casos no denunciados por familiares de las víctimas, por miedo a represalias.
"Tengo casos de personas que saben exactamente dónde está enterrado alguien (su familiar), pero prefieren callar porque la pandilla tiene ojos y oídos en todas partes", agrega.
Las víctimas
La elección de las víctimas va desde lo fríamente planeado hasta lo fortuito.
Muchos de los casos de jóvenes y menores desaparecidos tuvieron algún tipo de relación circunstancial o vecinal con un pandillero, insisten los fiscales.
"Cuando ellos sospechan que alguno de sus miembros activos o una persona cualquiera tiene el más mínimo contacto con la policía, por ejemplo, o algún tipo de vínculo con los rivales, la orden es matar", dice a BBC Mundo Óscar Torres, fiscal jefe de la Unidad Antihomicidios.
En los registros policiales hay casos de estudiantes que eventualmente conversaron o tenían una relación superficial con un pandillero, antes de desaparecer del mapa.
En tanto, el investigador de Criminalística, que prefiere reservar su identidad, dice que desde enero este es el tipo de casos en aumento y que desemboca en el asesinato de mujeres cuya característica es el sadismo con el que son ejecutadas.
El patrón
"No todas las clicas (células de las pandillas) actúan igual. Hay unas que matan con un torniquete de alambre de púas. Otros atan a sus víctimas al tronco de un árbol desde donde les estiran hasta asfixiarlos. Otras prefieren degollar. Algunos usan machetes, punzones o armas de fuego", explica a BBC Mundo el miembro de la Fiscalía.
"Hay un aumento en la brutalidad con la que mueren las mujeres porque por lo general estos casos están relacionados con una orden emitida por un jefe que pide venganza por celos o ajuste de cuentas. Entonces, el grado de barbarie es cada vez peor", añade.
Francisco Menéndez, que ha colaborado en la recuperación de los cuerpos, observa a BBC Mundo que "ha visto casos indescriptibles donde mutilan los cuerpos como si fuera una película de horror".
"No descarto que esto sea resultado de la afición que ellos tienen a películas macabras", especula el investigador.
Sin rastro
En El Salvador, desde que finalizó la guerra civil en 1992 no hay una institución que aglutine información sobre el número de desapariciones.
Tanto la Fiscalía, como la Policía y el Instituto de Medicina Legal llevan sus propias estadísticas, según comprobó BBC Mundo.
"Lo que es peor es que no cruzan estos datos, de modo que de cada 100 que desaparecen sólo en diez casos se logra dar con el paradero", explica el criminalista.
Para las autoridades, detrás de estas fosas clandestinas, está la intención de las pandillas de borrar cualquier huella.
"Si no hay cuerpo, no hay delito, y si no hay denuncia, no hay nada qué perseguir", entrevé el criminalista.
"En mi carrera he visto de todo, pero ¿sabe qué? Creo que esto se va a poner peor gracias a la impunidad con la que actúan", remata.
Fuente: BBC.com
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