Desafio continental |
Segunda parte del discurso del grupo de Obama.Queda muy claro las aspiraciones de este grupo junto a otros de paises con gobiernos Social Democratas que sencillamente aspirar a, como insistimos siempre, el ejemplo de Noruega, economicamente hablando.Por supuesto que se habla de competencia, pero competencia en el empleo natural entre paises que aunque tienen los mismo valores al tener sueldos minimos diferentes la union entonces esta en espera aun.De cualquier manera se hablo de la America toda y se vera gradualmente.Apoyan la democracia y laicismo en Africa como primer paso para acercarse a ser tambien, el continente, un lugar con sueldos minimos cada vez mas parecidos, a todos.Eurasia incluida tambien desde España a la India, colaborando en propagar estos valores, incluida la seguridad, y la inversion en la misma, LA FAMILIA, LA EDUCACION Y LA NO-CORRUPCION.
Si quieres leer el resumen del primer discurso apreta aqui.
CIUDAD NUEVA ERA
Resumen del segundo discurso.
...Los debates han sido contenciosos; hemos luchado encarnizadamente por nuestras convicciones. Y eso es bueno. Eso es lo que exige una democracia robusta. Eso es lo que ayuda a distinguirnos como nación...
...Creemos que en un país donde se puede encontrar toda raza, religión y punto de vista, seguimos unidos como un pueblo; que compartimos esperanzas y un credo común; que los sueños de una niñita en Tucson no son diferentes a los de nuestros propios hijos, y que todos ellos merecen la oportunidad de hacerse realidad...
...Ahora bien, de por sí este simple reconocimiento no dará inicio a una nueva era de cooperación. Lo que surja de este momento depende de nosotros. Lo que surja de este momento no lo determinará si nos podemos sentar juntos esta noche, más bien, si podemos trabajar juntos mañana...
...Quienes nos enviaron aquí esperan eso de nosotros. Con su voto, han determinado que el gobierno ahora será una responsabilidad compartida entre partidos. Sólo se aprobarán nuevas leyes con el respaldo de demócratas y republicanos. Avanzaremos juntos o nos estancaremos, ya que los desafíos que enfrentamos son más importantes que un partido y más importantes que la política...
...si podemos mantener el liderazgo que hizo de Estados Unidos no sólo un punto en el mapa, sino una luz en el mundo...
...Pero nunca hemos medido el progreso con tan sólo estos indicadores. Medimos el progreso conforme al éxito de nuestro pueblo; por los empleos que pueden encontrar y la calidad de vida que ofrecen dichos empleos; por las posibilidades de éxito de un pequeño empresario que sueña en convertir una buena idea en una empresa próspera; por las oportunidades de una vida mejor que les legamos a nuestros hijos...
...Muchas de las personas que están viendo esta noche probablemente puedan recordar tiempos cuando encontrar un buen empleo significaba presentarse en una fábrica cercana o un negocio en el centro. No siempre era necesaria una carrera, y la competencia se limitaba prácticamente a los vecinos. Si uno trabajaba duro, lo más probable era que tendría un trabajo el resto de su vida, con un salario decente, buenos beneficios y un ascenso de vez en cuando. Quizá incluso tendría el orgullo de ver a sus hijos trabajar en la misma compañía.
Ese mundo ha cambiado. Y para muchos, el cambio ha sido doloroso. Lo he visto en las ventanas tapiadas de fábricas otrora prósperas y las vitrinas vacías de calles principales antes concurridas. Lo he oído en la frustración de estadounidenses que han visto la disminución de sus cheques de pago o la desaparición de sus empleos; hombres y mujeres orgullosos de su trabajo que piensan que les cambiaron las reglas a medio partido.
Están en lo correcto. Las reglas han cambiado. En una sola generación, las revoluciones tecnológicas han transformado nuestra forma de vivir, trabajar y hacer negocios. Las siderúrgicas que alguna vez necesitaban 1,000 trabajadores ahora pueden hacer el mismo trabajo con 100. Hoy en día, prácticamente toda empresa puede iniciar operaciones, contratar trabajadores y vender sus productos dondequiera que haya una conexión de Internet.
Mientras tanto, países como China e India se dieron cuenta de que con algunos cambios propios, podían competir en este nuevo mundo. Y entonces comenzaron a educar a sus niños antes y durante más tiempo, con mayor énfasis en matemáticas y ciencias. Están invirtiendo en investigación y nueva tecnología. Hace poco, China se convirtió en la sede de la mayor planta privada de investigación solar del mundo y la más rápida computadora del mundo...
...Es por eso que nuestros estudiantes no simplemente memorizan ecuaciones, sino responden a preguntas como “¿Qué piensas de esa idea? ¿Qué cambios harías en el mundo? ¿A qué quieres dedicarte de adulto?”
Depende de nosotros ganarnos el futuro o no. Pero para lograrlo, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Como nos dijo Robert Kennedy, “El futuro no es un regalo. Es un logro”. Mantener vivo el Sueño Americano nunca ha sido solo cuestión de terca firmeza. Ha requerido que cada generación se sacrifique y luche y cumpla con lo que exige cada nueva era...
...Nuestro sistema de libre empresa es lo que impulsa la innovación. Pero debido a que no siempre ha sido rentable para las empresas invertir en investigación básica, en el transcurso de la historia, nuestro gobierno les ha proporcionado a científicos e inventores de punta el respaldo que necesitan. Eso es lo que plantó las semillas del Internet. Eso fue lo que ayudó a hacer posible cosas como chips de computadora...
...En unas semanas, remitiré un presupuesto al Congreso que nos ayudará a cumplir con ese objetivo. Invertiremos en investigación biomédica, informática y especialmente tecnología de energía limpia; una inversión que aumentará nuestra seguridad, protegerá al planeta y generará innumerables empleos...
...En el California Institute of Technology, están desarrollando una manera de convertir energía solar y agua en combustible para nuestros vehículos...
...Ahora bien, los avances en energía limpia sólo se convertirán en empleos de energía limpia si las empresas saben que habrá un mercado para lo que están vendiendo. Por lo tanto, esta noche los desafío a que se sumen a mí para fijar un nuevo objetivo: para el 2035, 80% de la electricidad Estados Unidos provendrá de fuentes de energía limpia. Ciertas personas quieren energía eólica y solar. Otras quieren energía nuclear, carbón no contaminante y gas natural. Para alcanzar este objetivo, necesitaremos de todos, e insto a los demócratas y republicanos a que colaboren para hacer que esto suceda...
...En los próximos 10 años casi la mitad de todos los nuevos empleos requerirán educación superior, no solo estudios secundarios. Sin embargo, hasta un cuarto de nuestros estudiantes ni siquiera están terminando la secundaria...
...Esa responsabilidad no comienza en nuestras aulas, sino en nuestros hogares y comunidades. Es la familia la que inculca primero en un niño el amor al aprendizaje. Sólo los padres se pueden asegurar de que la televisión esté apagada y que se hagan las tareas. Necesitamos enseñarles a nuestros niños que no solamente el ganador del Super Bowl merece su respeto, sino el ganador de la feria de ciencias; que el éxito no depende de la fama ni relaciones públicas, sino de trabajo arduo y disciplina.
Nuestras escuelas comparten esta responsabilidad. Cuando un niño entra a un aula, debe ser un lugar de altas expectativas y alto rendimiento. Pero muchas de nuestras escuelas no pasan esta prueba. Es por eso que en vez de simplemente arrojarle dinero a un sistema que no está funcionando, iniciamos una competencia denominada “Carrera a la Cumbre” (“Race to the Top”). A todos los 50 estados les dijimos, “si nos muestran los planes más innovadores para mejorar la calidad de los maestros y el desempeño estudiantil, les daremos el dinero”...
...Estos estándares no fueron desarrollados por Washington, sino por gobernadores republicanos y demócratas en todo el país...
...¿Ven? Sabemos lo que es posible para nuestros niños cuando la reforma no es una orden que viene de arriba, sino la labor de maestros y directores, juntas escolares y comunidades locales.
Consideren una escuela como Bruce Randolph en Denver. Hace tres años, era considerada una de las peores escuelas en Colorado; estaba ubicada entre los territorios de dos pandillas rivales. Pero en mayo, 97% de los estudiantes de último año recibieron su diploma. En su mayoría, serán los primeros de su familia en ir a la universidad. Y después del primer año de la transformación de la escuela, la directora que lo hizo posible se enjugó lágrimas cuando un estudiante dijo, “Gracias, señora Waters, por demostrar… que somos inteligentes y podemos lograrlo”.
Recordemos también que después de los padres, quien tiene mayor impacto en el éxito de un niño es el hombre o la mujer al frente de la aula. En Corea del Sur, a los maestros les llaman “forjadores de la nación”...
...Queremos recompensar a los buenos maestros y dejar de inventar excusas para justificar a los malos...
...De hecho, a cada joven que me escucha esta noche y que está considerando qué carrera estudiar: si quieres tener un impacto en la historia de nuestra nación, si quieres tener un impacto en la vida de un niño, hazte maestro...
...Durante muchos años, un ejército de cabilderos ha hecho que el código tributario favorezca a ciertas compañías e industrias. Si tienen contadores o abogados que manipulan el sistema, pueden terminar sin pagar ningún impuesto. Pero el resto se ve afectado por una de las más altas tasas tributarias para empresas del mundo. Esto no tiene sentido y debe cambiar...
...Y utilicen los ahorros para reducir la tasa tributaria de las empresas por primera vez en 25 años, sin aumentar nuestro déficit...
...Cuando encontremos normas que ponen cargas innecesarias en las empresas, las cambiaremos. Pero no dudaré en crear o velar por el cumplimiento de sensatas medidas de protección para proteger al pueblo estadounidense. Eso es lo que hemos hecho en este país durante más de un siglo. Es por ello que podemos comer nuestros alimentos o beber el agua o respirar el aire sin riesgo. Es por eso que tenemos límites de velocidad y leyes sobre el trabajo de menores. Es por eso que el año pasado pusimos en práctica medidas de protección al consumidor contra las cuotas y sanciones escondidas de las compañías de tarjetas de crédito y nuevas normas para evitar otra crisis financiera. Y es por eso que aprobamos la reforma que finalmente impide que el sector de seguros explote a los pacientes.
Ahora bien, oí rumores de que algunos de ustedes tienen algunos problemas con la nueva ley de cuidado de salud. Por lo tanto, permítanme ser el primero en decir que es posible mejorarlo todo. Si tienen ideas sobre maneras de perfeccionar esta ley y hacer la atención mejor o más económica, estoy deseoso de trabajar con ustedes. Podemos comenzar ahora mismo por corregir una falla en esta ley que ha impuesto una carga innecesaria de contabilidad en las pequeñas empresas.
Lo que no estoy dispuesto a hacer es regresar a los días en que las aseguradoras podían negarle cobertura a alguien debido a una enfermedad preexistente. No estoy dispuesto a decirle a James Howard, paciente de Texas con cáncer al cerebro, que es posible que no se cubra su tratamiento. No estoy dispuesto decirle a Jim Houser, dueño de una pequeña empresa en Oregon, que tiene que volver a pagar $5,000 más para ofrecerles cobertura a sus empleados. En este momento, esta ley está reduciendo el precio de los medicamentos recetados de las personas mayores y dándoles a los estudiantes sin seguro la oportunidad de permanecer en la póliza de sus padres. Entonces, en vez de volver a librar las batallas de los dos últimos años, arreglemos lo que necesita arreglarse y sigamos adelante...
...Ahora bien, el paso final, un paso crucial, para ganarnos el futuro es asegurarnos de no agobiarnos con una montaña de deudas...
...He propuesto recortes en ámbitos muy importantes para mí, como programas de acción comunitaria. El secretario de Defensa también ha aceptado recortar decenas de miles de millones de dólares en gastos de los que él y sus generales consideran pueden prescindir.
Reconozco que algunos en esta Cámara ya han propuesto recortes más profundos y estoy dispuesto a eliminar cualquier cosa de la que realmente podemos prescindir. Pero asegurémonos de no hacerlo a costa de nuestros ciudadanos más vulnerables. Y asegurémonos de que lo que recortemos sea realmente lo excesivo. Reducir el déficit aniquilando nuestras inversiones e innovación y educación es como aliviar la carga de un avión arrojando el motor. Al comienzo quizás nos parezca que seguimos volando, pero no tardaremos en sentir el impacto.
...sin recortar los beneficios de generaciones futuras, y sin someter ingresos garantizados para la jubilación de los estadounidenses a los caprichos de la bolsa...
...Y si realmente nos importa nuestro déficit, simplemente no podemos darnos el lujo de una extensión permanente de recortes tributarios para el 2% más acaudalado de los estadounidenses. Antes de quitarles dinero a nuestras escuelas o becas a los estudiantes, debemos exigir que los millonarios renuncien a su recorte tributario.
No es cuestión de castigarlos por su éxito. Es cuestión de promover el éxito de Estados Unidos.
De hecho, lo mejor que podríamos hacer con respecto a impuestos para beneficio de todos los estadounidenses es simplificar el código tributario individual. Será una tarea ardua, pero miembros de ambos partidos han expresado interés en hacerlo, y estoy dispuesto a sumarme a ellos...
...disminuiremos la burocracia para salir de más. Pero es necesario que avancemos más...
...Este año, también trabajaremos arduamente para hacer que el público vuelva a tener fe en la institución del gobierno. Ya que ustedes merecen saber exactamente cómo y dónde se gasta el dinero de los contribuyentes, podrán ir a un sitio de Internet y obtener esa información por primera vez en la historia. Ya que ustedes merecen saber cuándo sus funcionarios públicos se reúnen con cabilderos, le pediré al Congreso que haga lo que la Casa Blanca ya ha hecho: sacar esa información en Internet. Y debido a que el pueblo estadounidense merece saber que los intereses especiales no nos están llenando propuestas con proyectos favoritos, ambos partidos del Congreso deben saber lo siguiente: si llega a mi despacho una propuesta con asignaciones para proyectos particulares, la vetaré.
Un gobierno del siglo XXI abierto y competente; un gobierno que no gasta por encima de sus ingresos; una economía impulsada por nuevas actitudes e ideas...
...Así como los empleos y las empresas ahora pueden cruzar fronteras en un instante, también lo pueden hacer nuevas amenazas y nuevos desafíos. No existe muro que separe al oriente del occidente; no hay una superpotencia rival alineada contra nosotros.
Entonces, debemos vencer a enemigos decididos dondequiera que estén y forjar coaliciones que crucen límites de región, raza y religión. El ejemplo moral de Estados Unidos debe brillar siempre para todos aquellos que anhelan la libertad, justicia y dignidad...
...mientras los extremistas tratan de inspirar actos de violencia dentro de nuestras fronteras, estamos respondiendo con la fuerza de nuestras comunidades, con el respeto al imperio de la ley...
...Nuestro propósito es claro: al impedir que el Talibán recupere el control del pueblo afgano,...
.... Este año trabajaremos con casi 50 países para iniciar una transición al liderazgo afgano...
...Debido a que unimos al mundo, se están resguardando materiales en todos los continentes para que nunca caigan en manos de terroristas.
Debido a un esfuerzo diplomático para insistir en que Irán cumpla con sus obligaciones, el gobierno de Irán ahora enfrenta sanciones más duras y estrictas que nunca antes. Y en la Península de Corea, respaldamos a nuestro aliado Corea del Sur e insistimos en que Corea del Norte cumpla con su compromiso de abandonar las armas nucleares.
Estas son apenas algunas de las formas en las que estamos forjando un mundo que favorece la paz y prosperidad. Con nuestros aliados en Europa, revitalizamos la OTAN y aumentamos nuestra cooperación en todo, desde antiterrorismo hasta defensa antimisiles. Hemos restablecido nuestras relaciones con Rusia, reforzado nuestras alianzas en Asia y forjado nuevas sociedades con países como India. En marzo, viajaré a Brasil, Chile y El Salvador para forjar nuevas alianzas para el progreso en el continente americano. Alrededor del mundo, estamos apoyando a quienes asumen responsabilidad, ayudando a agricultores a cultivar más alimentos; apoyando a médicos para que cuiden a los enfermos, y combatiendo la corrupción que puede hacer que una sociedad decaiga y le quite oportunidades a la gente.
Eventos recientes nos han demostrado que lo que nos distingue no debe ser solamente nuestro poderío; debe ser el propósito detrás de él. En el sur de Sudán, con nuestra ayuda, la gente finalmente pudo votar a favor de la independencia tras años de guerra. Miles se pararon en fila antes del amanecer. La gente bailó en las calles. Un hombre que había perdido a cuatro hermanos en la guerra resumió lo que veía alrededor así: “Este fue un campo de batalla durante gran parte de mi vida. Ahora queremos ser libres”.
Vimos ese mismo anhelo por ser libres en Túnez, donde la voluntad del pueblo resultó ser más poderosa que las órdenes de un dictador. Y esta noche, seamos claros: Estados Unidos de Norteamérica está de lado del pueblo de Túnez y apoya las aspiraciones democráticas de todos los pueblos.
Nunca debemos olvidar que aquello por lo que nos hemos esforzado y luchado radica en el corazón de gente en todas partes. Y siempre debemos recordar que los estadounidenses que han asumido mayor responsabilidad por esta lucha son los hombres y mujeres al servicio de nuestro país...
...Nuestros soldados provienen de todos los rincones de este país. Son negros, blancos, latinos, asiáticos e indígenas americanos. Son cristianos e hindúes, judíos y musulmanes. Y sí, sabemos que algunos de ellos son homosexuales. A partir de este año, no se prohibirá que ningún estadounidense sirva al país que ama debido a quién ama...
...Por supuesto que algunos países no tienen este problema. Si el gobierno central quiere un ferrocarril, consigue un ferrocarril, independientemente de cuántas viviendas debe demoler. Si no quiere un artículo negativo en los diarios, no se escribe.
Pero por más contenciosa y frustrante y desagradable que a veces puede ser nuestra democracia, sé que no hay una sola persona aquí que la cambiaría por otro país del mundo.
Discrepamos sobre política, pero todos nosotros creemos en los derechos consagrados en nuestra Constitución...
...Brandon comenzó una empresa en Berlin, Pensilvania que se especializa en un nuevo tipo de tecnología de perforación. Un día el verano pasado, vio la noticia de que al otro lado del mundo, 33 hombres estaban atrapados en una mina de Chile y nadie sabía cómo salvarlos.
Pero Brandon pensó que su compañía podía ayudar. Y entonces, formuló un rescate que llegaría a conocerse como el Plan B. Sus empleados trabajaron día y noche para fabricar el equipo necesario de perforación. Y Brandon partió para Chile.
Junto con otros, comenzó a perforar en el suelo un hoyo de 2,000 pies, trabajando tres o cuatro días a la vez sin dormir. Treinta y siete días más tarde, el Plan B tuvo éxito, y se rescató a los mineros. Pero debido a que no quería toda esa atención, Brandon no estuvo allí cuando los mineros salieron a la superficie. Ya había regresado a casa, a trabajar en su próximo proyecto.
Más adelante uno de sus empleados dijo sobre el rescate, “Probamos que Center Rock es una empresa pequeña pero hacemos grandes cosas”.
Hacemos grandes cosas.
Desde los primeros días de nuestra fundación, Estados Unidos es un país de gente promedio que se atreve a soñar. Es así que nos ganamos el futuro.
Somos una nación que dice, “Quizá no tenga mucho dinero, pero tengo esta gran idea para una nueva compañía. Quizá no venga de una familia de graduados universitarios, pero seré el primero en obtener mi grado. Quizá no conozca a esas personas en apuros, pero pienso que puedo ayudarlas y necesito tratar. No estoy seguro de cómo llegar a ese lugar más allá del horizonte, pero sé que llegaremos allí. Sé que lo haremos”.
Hacemos grandes cosas.
La idea de Estados Unidos perdura. Nuestro destino sigue siendo lo que decidamos que sea. Y esta noche, más de dos siglos más tarde, es gracias a nuestra gente que nuestro futuro está lleno de esperanza, nuestra travesía continúa
Fin del Resumen del segundo discuro.
Violencia fisica no es espiritualidad |
Discurso completo en español e ingles.
Sr. Presidente de la Cámara de Representantes, miembros del Congreso, distinguidos invitados y conciudadanos:
Esta noche quiero comenzar felicitando a los hombres y mujeres del 112º Congreso, como también al nuevo presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. Y en esta solemne ocasión, también tenemos presente el escaño vacío en esta Cámara y rezamos por la salud de nuestra colega –y nuestra amiga– Gabby Giffords.
No es ningún secreto que nosotros, los aquí presentes esta noche, hemos tenido nuestras discrepancias en los últimos dos años. Los debates han sido contenciosos; hemos luchado encarnizadamente por nuestras convicciones. Y eso es bueno. Eso es lo que exige una democracia robusta. Eso es lo que ayuda a distinguirnos como nación.
Pero existe motivo por el cual la tragedia en Tucson nos dio qué pensar. En medio del ruido, fervor y animosidad de nuestro debate público, Tucson nos recordó que independientemente de quiénes somos o de dónde venimos, cada uno de nosotros es parte de algo superior, algo de mayor trascendencia que un partido o preferencia política.
Todos somos parte de la familia estadounidense. Creemos que en un país donde se puede encontrar toda raza, religión y punto de vista, seguimos unidos como un pueblo; que compartimos esperanzas y un credo común; que los sueños de una niñita en Tucson no son diferentes a los de nuestros propios hijos, y que todos ellos merecen la oportunidad de hacerse realidad.
Eso también es lo que nos distingue como nación.
Ahora bien, de por sí este simple reconocimiento no dará inicio a una nueva era de cooperación. Lo que surja de este momento depende de nosotros. Lo que surja de este momento no lo determinará si nos podemos sentar juntos esta noche, más bien, si podemos trabajar juntos mañana.
Considero que sí podemos. Considero que debemos hacerlo. Quienes nos enviaron aquí esperan eso de nosotros. Con su voto, han determinado que el gobierno ahora será una responsabilidad compartida entre partidos. Sólo se aprobarán nuevas leyes con el respaldo de demócratas y republicanos. Avanzaremos juntos o nos estancaremos, ya que los desafíos que enfrentamos son más importantes que un partido y más importantes que la política.
En este momento lo que está en juego no es quién ganará las próximas elecciones; al fin y al cabo, acabamos de tener elecciones. Lo que está en juego es si se originan nuevos empleos e industrias con raíces en este país o en otro lugar; si se recompensa el arduo esfuerzo y laboriosidad de nuestro pueblo; si podemos mantener el liderazgo que hizo de Estados Unidos no sólo un punto en el mapa, sino una luz en el mundo.
Estamos listos para el progreso. Dos años después de la peor recesión que la mayoría de nosotros jamás ha conocido, la bolsa se ha recuperado con fervor. Las ganancias de las corporaciones son más altas. La economía está volviendo a crecer.
Pero nunca hemos medido el progreso con tan sólo estos indicadores. Medimos el progreso conforme al éxito de nuestro pueblo; por los empleos que pueden encontrar y la calidad de vida que ofrecen dichos empleos; por las posibilidades de éxito de un pequeño empresario que sueña en convertir una buena idea en una empresa próspera; por las oportunidades de una vida mejor que les legamos a nuestros hijos.
Es en este proyecto que el pueblo estadounidense quiere que trabajemos. Juntos.
Eso hicimos en diciembre. Gracias a los recortes tributarios que aprobamos, los cheques de pago de los estadounidenses hoy en día han aumentado. Toda empresa puede deducir el costo total de las nuevas inversiones que haga este año. Estas medidas, tomadas por demócratas y republicanos, harán que la economía crezca, y se sumarán puestos de trabajo al más de 1 millón de empleos generados en el sector privado el año pasado.
Pero nos queda más trabajo por hacer. Las medidas que hemos tomado durante los últimos dos años posiblemente hayan terminado con esta recesión, pero para ganarnos el futuro necesitamos acometer desafíos que existen desde hace varias décadas.
Muchas de las personas que están viendo esta noche probablemente puedan recordar tiempos cuando encontrar un buen empleo significaba presentarse en una fábrica cercana o un negocio en el centro. No siempre era necesaria una carrera, y la competencia se limitaba prácticamente a los vecinos. Si uno trabajaba duro, lo más probable era que tendría un trabajo el resto de su vida, con un salario decente, buenos beneficios y un ascenso de vez en cuando. Quizá incluso tendría el orgullo de ver a sus hijos trabajar en la misma compañía.
Ese mundo ha cambiado. Y para muchos, el cambio ha sido doloroso. Lo he visto en las ventanas tapiadas de fábricas otrora prósperas y las vitrinas vacías de calles principales antes concurridas. Lo he oído en la frustración de estadounidenses que han visto la disminución de sus cheques de pago o la desaparición de sus empleos; hombres y mujeres orgullosos de su trabajo que piensan que les cambiaron las reglas a medio partido.
Están en lo correcto. Las reglas han cambiado. En una sola generación, las revoluciones tecnológicas han transformado nuestra forma de vivir, trabajar y hacer negocios. Las siderúrgicas que alguna vez necesitaban 1,000 trabajadores ahora pueden hacer el mismo trabajo con 100. Hoy en día, prácticamente toda empresa puede iniciar operaciones, contratar trabajadores y vender sus productos dondequiera que haya una conexión de Internet.
Mientras tanto, países como China e India se dieron cuenta de que con algunos cambios propios, podían competir en este nuevo mundo. Y entonces comenzaron a educar a sus niños antes y durante más tiempo, con mayor énfasis en matemáticas y ciencias. Están invirtiendo en investigación y nueva tecnología. Hace poco, China se convirtió en la sede de la mayor planta privada de investigación solar del mundo y la más rápida computadora del mundo.
Entonces, sí, el mundo ha cambiado. La competencia por empleos es real pero esto no debe desanimarnos. Debe motivarnos. Recuerden que por todos los golpes que hemos sufrido en los últimos años, todos los fatalistas pronosticaron nuestra caída, pero Estados Unidos aún tiene la mayor y más próspera economía del mundo. No hay trabajadores más productivos que los nuestros. No hay país con más empresas exitosas ni que otorgue más patentes a inventores y empresarios. Es aquí que se encuentran las mejores universidades e instituciones de enseñanza superior del mundo, donde más estudiantes vienen a estudiar que en cualquier otro lugar del planeta.
Es más, somos el primer país que se fundó para beneficio de una idea: la idea de que cada uno de nosotros merece la oportunidad de forjar su propio destino. Por eso, durante varios siglos, pioneros e inmigrantes lo han arriesgado todo para venir aquí. Es por eso que nuestros estudiantes no simplemente memorizan ecuaciones, sino responden a preguntas como “¿Qué piensas de esa idea? ¿Qué cambios harías en el mundo? ¿A qué quieres dedicarte de adulto?”
Depende de nosotros ganarnos el futuro o no. Pero para lograrlo, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Como nos dijo Robert Kennedy, “El futuro no es un regalo. Es un logro”. Mantener vivo el Sueño Americano nunca ha sido solo cuestión de terca firmeza. Ha requerido que cada generación se sacrifique y luche y cumpla con lo que exige cada nueva era.
Ahora nos toca a nosotros. Sabemos lo que se requiere para competir por los empleos y las industrias de nuestros tiempos. Necesitamos innovar más, educar mejor y construir más que el resto del mundo. Debemos hacer de Estados Unidos el mejor lugar del mundo para hacer negocios. Debemos asumir la responsabilidad por nuestro déficit y reformar nuestro gobierno. Es así que nuestro pueblo prosperará. Es así que ganaremos el futuro. Y esta noche me gustaría hablar sobre cómo llegar allí.
El primer paso para ganar el futuro es fomentar la innovación en Estados Unidos.
Ninguno de nosotros puede predecir con certeza cuál será la próxima gran industria ni de dónde vendrán nuevos empleos. Hace 30 años, no podríamos habernos imaginado que algo llamado el Internet llevaría a una revolución económica. Lo que sí podemos hacer –lo que Estados Unidos hace mejor que nadie– es fomentar la creatividad e imaginación de nuestra gente. Somos el país que puso autos en las calles y computadoras en las oficinas; el país de Edison y los hermanos Wright; de Google y Facebook. En Estados Unidos, la innovación no simplemente nos cambia la vida. Es con ella que nos ganamos la vida.
Nuestro sistema de libre empresa es lo que impulsa la innovación. Pero debido a que no siempre ha sido rentable para las empresas invertir en investigación básica, en el transcurso de la historia, nuestro gobierno les ha proporcionado a científicos e inventores de punta el respaldo que necesitan. Eso es lo que plantó las semillas del Internet. Eso fue lo que ayudó a hacer posible cosas como chips de computadora y el sistema de posicionamiento mundial.
Solo piensen en todos los empleos bien remunerados –desde los de producción industrial hasta el sector minorista– que se han derivado de dichos avances.
Hace medio siglo, cuando los soviéticos se nos adelantaron en el espacio con el lanzamiento de un satélite llamado Sputnik, no teníamos idea de cómo llegaríamos antes que ellos a la luna. Aún no contábamos con los conocimientos científicos necesarios. NASA ni siquiera existía. Pero tras invertir en mejor investigación y educación, no sólo superamos a los soviéticos, sino que iniciamos una ola de innovación que creó nuevas industrias y millones de nuevos empleos.
Este es el momento Sputnik de nuestra generación. Hace dos años, dije que debíamos alcanzar un nivel de investigación y desarrollo que no veíamos desde la cúspide de la carrera espacial. En unas semanas, remitiré un presupuesto al Congreso que nos ayudará a cumplir con ese objetivo. Invertiremos en investigación biomédica, informática y especialmente tecnología de energía limpia; una inversión que aumentará nuestra seguridad, protegerá al planeta y generará innumerables empleos nuevos para nuestra gente.
Ya estamos viendo las oportunidades que brinda la energía renovable. Robert y Gary Allen son hermanos que tienen una pequeña compañía de techado en Michigan. Después del 11 de septiembre, ofrecieron a sus mejores obreros para ayudar a reparar el Pentágono. Pero la recesión los afectó mucho, y su fábrica estaba operando a la mitad de su capacidad. Hoy en día, con ayuda de un préstamo del gobierno, ese espacio se está usando para fabricar tejas fotovoltaicas que se están vendiendo en todo el país. En palabras de Robert, “Nos reinventamos”.
Eso es lo que los estadounidenses han hecho durante más de 200 años: se han reinventado. Para impulsar más casos de éxito como el de los hermanos Allen, hemos comenzado a reinventar nuestra política energética. No estamos simplemente entregando dinero. Estamos lanzando un desafío. Estamos diciéndoles a los científicos e ingenieros de Estados Unidos que si constituyen equipos con los mejores cerebros en su campo, si se concentran en los problemas más difíciles de energía limpia, financiaremos los proyectos Apolo de nuestra era.
En el California Institute of Technology, están desarrollando una manera de convertir energía solar y agua en combustible para nuestros vehículos. En Oak Ridge National Laboratory, están usando supercomputadoras para que nuestras instalaciones nucleares produzcan mucho más energía. Con más investigación e incentivos, podemos acabar con nuestra dependencia del petróleo, con biocombustibles, y convertirnos en el primer país en tener 1 millón de vehículos eléctricos en marcha para el 2015.
Necesitamos apoyar esta innovación. Y para ayudar a pagarla, le estoy pidiendo el Congreso que elimine los miles de millones de dólares de los contribuyentes que actualmente les damos a las compañías petroleras. No sé si se han dado cuenta, pero les está yendo muy bien solas. Entonces, en vez de subsidiar la energía del pasado, invirtamos en la de mañana.
Ahora bien, los avances en energía limpia sólo se convertirán en empleos de energía limpia si las empresas saben que habrá un mercado para lo que están vendiendo. Por lo tanto, esta noche los desafío a que se sumen a mí para fijar un nuevo objetivo: para el 2035, 80% de la electricidad Estados Unidos provendrá de fuentes de energía limpia. Ciertas personas quieren energía eólica y solar. Otras quieren energía nuclear, carbón no contaminante y gas natural. Para alcanzar este objetivo, necesitaremos de todos, e insto a los demócratas y republicanos a que colaboren para hacer que esto suceda.
Mantener nuestro liderazgo en investigación y tecnología es crucial para el éxito de Estados Unidos. Pero si queremos ganarnos el futuro –si queremos que la innovación produzca empleos en Estados Unidos y no en el extranjero– entonces también tenemos que ganar la carrera para educar a nuestros niños.
Pónganse a pensar. En los próximos 10 años casi la mitad de todos los nuevos empleos requerirán educación superior, no solo estudios secundarios. Sin embargo, hasta un cuarto de nuestros estudiantes ni siquiera están terminando la secundaria. La calidad de nuestra enseñanza de matemáticas y ciencias es inferior a la de muchos otros países. Estados Unidos ha pasado a ser el noveno en términos de la proporción de jóvenes con un grado universitario. Entonces la pregunta es si nosotros, como ciudadanos y como padres, estamos dispuestos a hacer lo necesario para darle a cada niño la oportunidad de tener éxito.
Esa responsabilidad no comienza en nuestras aulas, sino en nuestros hogares y comunidades. Es la familia la que inculca primero en un niño el amor al aprendizaje. Sólo los padres se pueden asegurar de que la televisión esté apagada y que se hagan las tareas. Necesitamos enseñarles a nuestros niños que no solamente el ganador del Super Bowl merece su respeto, sino el ganador de la feria de ciencias; que el éxito no depende de la fama ni relaciones públicas, sino de trabajo arduo y disciplina.
Nuestras escuelas comparten esta responsabilidad. Cuando un niño entra a un aula, debe ser un lugar de altas expectativas y alto rendimiento. Pero muchas de nuestras escuelas no pasan esta prueba. Es por eso que en vez de simplemente arrojarle dinero a un sistema que no está funcionando, iniciamos una competencia denominada “Carrera a la Cumbre” (“Race to the Top”). A todos los 50 estados les dijimos, “si nos muestran los planes más innovadores para mejorar la calidad de los maestros y el desempeño estudiantil, les daremos el dinero”.
Race to the Top es la reforma más significativa de nuestras escuelas públicas en una generación. Por menos de 1% de lo que gastamos en educación todos los años ha llevado a más de 40 estados a aumentar sus estándares de enseñanza y aprendizaje. Estos estándares no fueron desarrollados por Washington, sino por gobernadores republicanos y demócratas en todo el país. Y Race to the Top debe ser la estrategia que sigamos este año al reemplazar el programa Para que ningún niño se quede atrás (No Child Left Behind) con una ley que es más flexible y se centra en lo mejor para nuestros niños.
¿Ven? Sabemos lo que es posible para nuestros niños cuando la reforma no es una orden que viene de arriba, sino la labor de maestros y directores, juntas escolares y comunidades locales.
Consideren una escuela como Bruce Randolph en Denver. Hace tres años, era considerada una de las peores escuelas en Colorado; estaba ubicada entre los territorios de dos pandillas rivales. Pero en mayo, 97% de los estudiantes de último año recibieron su diploma. En su mayoría, serán los primeros de su familia en ir a la universidad. Y después del primer año de la transformación de la escuela, la directora que lo hizo posible se enjugó lágrimas cuando un estudiante dijo, “Gracias, señora Waters, por demostrar… que somos inteligentes y podemos lograrlo”.
Recordemos también que después de los padres, quien tiene mayor impacto en el éxito de un niño es el hombre o la mujer al frente de la aula. En Corea del Sur, a los maestros les llaman “forjadores de la nación”. Aquí en Estados Unidos, es hora de que tratemos a las personas que educan a nuestros niños con el mismo nivel de respeto. Queremos recompensar a los buenos maestros y dejar de inventar excusas para justificar a los malos. Y en los próximos 10 años, en los que se jubilarán de las aulas muchos miembros de la generación del Baby Boom, queremos preparar a 100,000 nuevos maestros en los campos de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.
De hecho, a cada joven que me escucha esta noche y que está considerando qué carrera estudiar: si quieres tener un impacto en la historia de nuestra nación, si quieres tener un impacto en la vida de un niño, hazte maestro. Tu país te necesita.
Evidentemente, la carrera educativa no termina con un diploma de secundaria. Para competir, todos los estadounidenses deben tener acceso a educación superior. Es por eso que hemos eliminado los subsidios innecesarios a los bancos con dinero de los contribuyentes y usamos lo ahorrado para hacer que los estudios universitarios estén más al alcance de millones de estudiantes. Y este año le pido al Congreso que dé un paso más y haga permanente nuestro crédito tributario por matrícula universitaria, que vale $10,000 por cuatro años de estudios.
Como la gente necesita poder capacitarse para nuevos empleos y carreras en la cambiante economía de hoy, también estamos revitalizando las universidades comunitarias de Estados Unidos. El mes pasado vi lo que ofrecen estos centros de enseñanza superior como Forsyth Tech en Carolina del Norte. Muchos de los alumnos solían trabajar en fábricas locales que han cerrado. Kathy Proctor, madre de dos hijos, trabajó en una fábrica de muebles desde que tenía 18 años. Y me contó que ahora está estudiando biotecnología, a los 55 años, no sólo porque ya no hay empleos en fábricas de muebles, sino porque quiere inspirar a sus hijos a también ir en pos de sus sueños. Como dijo Kathy: “Espero que esto les recuerde que no deben darse por vencidos”.
Si damos esos pasos, si elevamos las expectativas para todos los niños y les damos las mejores oportunidades posibles de recibir una buena educación, desde el día que nacen hasta el último trabajo que desempeñan, lograremos la meta que tracé hace dos años: que para fines de esta década, Estados Unidos tenga la más alta proporción de graduados universitarios en el mundo.
Un último punto sobre la educación. Hoy, hay cientos de miles de estudiantes sobresalientes en nuestras escuelas que no son ciudadanos estadounidenses. Algunos son hijos de trabajadores indocumentados, que no tuvieron nada que ver con los actos de sus padres. Crecieron como estadounidenses, juran fidelidad a nuestra bandera y, sin embargo, viven cada día bajo la amenaza de deportación. Otros vienen del extranjero a estudiar en nuestras instituciones superiores y universidades. Pero apenas obtienen su título, los enviamos de regreso a su país para que compitan contra nosotros. No tiene ningún sentido.
Ahora bien, estoy firmemente convencido de que debemos acometer, de una vez por todas, el asunto de la inmigración ilegal. Estoy listo para trabajar con republicanos y demócratas para proteger nuestras fronteras, hacer cumplir nuestras leyes y tratar con los millones de trabajadores indocumentados que ahora viven en la clandestinidad. Sé que el debate será difícil y tomará tiempo, pero esta noche, acordemos hacer el esfuerzo. Y dejemos de expulsar a jóvenes responsables y de talento que pueden trabajar en laboratorios de investigación, empezar nuevas empresas y contribuir al enriquecimiento de esta nación.
El tercer paso para ganarnos el futuro es reconstruir Estados Unidos. Para atraer nuevas empresas a nuestras costas, necesitamos las vías más rápidas para transportar gente, productos e información, desde trenes de alta velocidad hasta Internet de alta velocidad.
Nuestra infraestructura solía ser la mejor, pero ya no somos los primeros. Las viviendas de Corea del Sur ahora tienen mejor acceso al Internet que las nuestras. Rusia y países en Europa invierten más en sus carreteras y ferrocarriles que nosotros. China construye trenes más rápidos y aeropuertos más nuevos. Mientras tanto, cuando nuestros propios ingenieros evaluaron la infraestructura de nuestra nación, nos dieron una “D”.
Tenemos que mejorar. Estados Unidos es la nación que construyó el ferrocarril transcontinental, llevó electricidad a comunidades rurales y estableció el sistema de carreteras interestatales. Los empleos generados por estos proyectos no sólo consistieron en construir vías y poner pavimento. También fueron empleos en empresas que abrieron cerca de la nueva estación del tren o la nueva vía de salida.
En los dos últimos años hemos empezado a reconstruir para el siglo XXI un proyecto que ha generado miles de empleos bien remunerados en el muy afectado sector de la construcción. Esta noche, les propongo redoblar esos esfuerzos.
Pondremos a más estadounidenses a trabajar para reparar carreteras caminos y puentes que se están desmoronando. Nos aseguraremos de que estén totalmente financiados, que atraigan inversión privada, y escogeremos proyectos en base a lo que es mejor para la economía, no los políticos.
En los próximos 25 años, nuestra meta es darles a 80% de los estadounidenses, acceso a trenes de alta velocidad, que les permitirán viajar en la mitad del tiempo que toma hacerlo en auto. Algunos viajes serán más rápidos que volar y sin la inspección de seguridad. En estos precisos momentos, en California y la región del medio oeste del país ya hay rutas bajo construcción.
En los próximos cinco años, haremos posible que las empresas hagan llegar la siguiente generación de tecnología inalámbrica de alta velocidad a 98% de los estadounidenses. Esto no se trata solamente de Internet más rápido y menos llamadas interrumpidas. Se trata de conectar todos los rincones de Estados Unidos a la era digital. Significa que desde una comunidad rural en Iowa o Alabama, los trabajadores y pequeños empresarios podrán vender sus productos en todo el mundo. Significa que un bombero podrá descargar los planos de un edificio en llamas a un dispositivo portátil, que un alumno podrá tomar clases con un texto digital, que un paciente podrá conversar cara a cara por video con su médico.
Todas estas inversiones, en innovación, educación e infraestructura, harán que Estados Unidos sea un lugar mejor para hacer negocios y generar empleo. Pero para contribuir a la competitividad de nuestras empresas, también debemos eliminar barreras que se interponen en su camino al éxito.
Durante muchos años, un ejército de cabilderos ha hecho que el código tributario favorezca a ciertas compañías e industrias. Si tienen contadores o abogados que manipulan el sistema, pueden terminar sin pagar ningún impuesto. Pero el resto se ve afectado por una de las más altas tasas tributarias para empresas del mundo. Esto no tiene sentido y debe cambiar.
Así que, esta noche, les pido a los demócratas y republicanos que simplifiquen el sistema. Eliminen las brechas legales. Establezcan condiciones equitativas. Y utilicen los ahorros para reducir la tasa tributaria de las empresas por primera vez en 25 años, sin aumentar nuestro déficit.
Para ayudar a las empresas a vender más productos en el extranjero, nos hemos puesto la meta de aumentar al doble nuestras exportaciones para el 2014, porque cuanto más exportemos, más empleos creamos en el país. Nuestras exportaciones ya se han incrementado. Recientemente firmamos acuerdos con India y China que respaldarán más de 250,000 empleos en Estados Unidos. Y el mes pasado, finalizamos un acuerdo comercial con Corea del Sur que apoyará por lo menos 70,000 empleos en Estados Unidos. Este acuerdo cuenta con el respaldo sin precedente del sector empresarial y laboral; demócratas y republicanos, e insto a este Congreso a que lo pruebe lo antes posible.
Antes de asumir el mando, dejé en claro que íbamos a verificar el cumplimiento de nuestros acuerdos comerciales y que sólo suscribiría pactos que beneficiarán a los trabajadores estadounidenses y promovieran empleos en Estados Unidos. Eso fue lo que hicimos con Corea y eso es lo que pretendo hacer al procurar acuerdos con Panamá y Colombia, y continuar nuestras conversaciones comerciales con la región del pacífico de Asia y en el mundo.
Para reducir las barreras al crecimiento y la inversión he ordenado un análisis de las normas gubernamentales. Cuando encontremos normas que ponen cargas innecesarias en las empresas, las cambiaremos. Pero no dudaré en crear o velar por el cumplimiento de sensatas medidas de protección para proteger al pueblo estadounidense. Eso es lo que hemos hecho en este país durante más de un siglo. Es por ello que podemos comer nuestros alimentos o beber el agua o respirar el aire sin riesgo. Es por eso que tenemos límites de velocidad y leyes sobre el trabajo de menores. Es por eso que el año pasado pusimos en práctica medidas de protección al consumidor contra las cuotas y sanciones escondidas de las compañías de tarjetas de crédito y nuevas normas para evitar otra crisis financiera. Y es por eso que aprobamos la reforma que finalmente impide que el sector de seguros explote a los pacientes.
Ahora bien, oí rumores de que algunos de ustedes tienen algunos problemas con la nueva ley de cuidado de salud. Por lo tanto, permítanme ser el primero en decir que es posible mejorarlo todo. Si tienen ideas sobre maneras de perfeccionar esta ley y hacer la atención mejor o más económica, estoy deseoso de trabajar con ustedes. Podemos comenzar ahora mismo por corregir una falla en esta ley que ha impuesto una carga innecesaria de contabilidad en las pequeñas empresas.
Lo que no estoy dispuesto a hacer es regresar a los días en que las aseguradoras podían negarle cobertura a alguien debido a una enfermedad preexistente. No estoy dispuesto a decirle a James Howard, paciente de Texas con cáncer al cerebro, que es posible que no se cubra su tratamiento. No estoy dispuesto decirle a Jim Houser, dueño de una pequeña empresa en Oregon, que tiene que volver a pagar $5,000 más para ofrecerles cobertura a sus empleados. En este momento, esta ley está reduciendo el precio de los medicamentos recetados de las personas mayores y dándoles a los estudiantes sin seguro la oportunidad de permanecer en la póliza de sus padres. Entonces, en vez de volver a librar las batallas de los dos últimos años, arreglemos lo que necesita arreglarse y sigamos adelante.
Ahora bien, el paso final, un paso crucial, para ganarnos el futuro es asegurarnos de no agobiarnos con una montaña de deudas.
Vivimos con un legado de gasto en déficit que se inició hace casi una década. Y tras la crisis financiera, algo de eso fue necesario para continuar el flujo de crédito, preservar empleos y poner dinero en el bolsillo de la gente.
Pero ahora que lo peor de la recesión ha concluido, debemos enfrentar el hecho de que nuestro gobierno gasta más de lo que recauda. Eso no es sostenible. Todos los días las familias se sacrifican para vivir con lo que ganan. Merecen un gobierno que haga lo mismo.
Por lo tanto, esta noche estoy proponiendo que a partir de este año congelemos el gasto nacional anual durante los próximos cinco años. Esto reduciría el déficit en más de $400,000 millones en la próxima década y reducirá el gasto discrecional al más bajo porcentaje de nuestra economía desde que Dwight Eisenhower era presidente.
Para este congelamiento se requerirán recortes difíciles. Ya hemos congelado los salarios de los esmerados empleados federales durante los próximos dos años. He propuesto recortes en ámbitos muy importantes para mí, como programas de acción comunitaria. El secretario de Defensa también ha aceptado recortar decenas de miles de millones de dólares en gastos de los que él y sus generales consideran pueden prescindir.
Reconozco que algunos en esta Cámara ya han propuesto recortes más profundos y estoy dispuesto a eliminar cualquier cosa de la que realmente podemos prescindir. Pero asegurémonos de no hacerlo a costa de nuestros ciudadanos más vulnerables. Y asegurémonos de que lo que recortemos sea realmente lo excesivo. Reducir el déficit aniquilando nuestras inversiones e innovación y educación es como aliviar la carga de un avión arrojando el motor. Al comienzo quizás nos parezca que seguimos volando, pero no tardaremos en sentir el impacto.
Ahora, la mayoría de los recortes y ahorros que he propuesto sólo tienen que ver con el gasto nacional anual, que representa poco más de 12% de nuestro presupuesto. Para alcanzar más logros, es necesario que dejemos de aparentar que recortar este tipo de gasto, por sí solo, será suficiente. No es así.
La Comisión Fiscal bipartidista que constituí el año pasado dejó esto muy en claro. No estoy de acuerdo con todas sus propuestas, pero alcanzaron verdaderos logros. Y su conclusión es que la única manera de enfrentar nuestro déficit es recortar gastos excesivos donde quiera que los encontremos: en gastos nacionales, gastos de defensa, gastos de cuidado de salud y menores ingresos por recortes y lagunas tributarias.
Esto significa reducir más el costo del cuidado de salud, incluyendo programas como Medicare y Medicaid, que son los que más contribuyen a nuestro déficit a largo plazo. La reforma del seguro médico hará que estos costos no aumenten tan rápido, que es parte del motivo por el cual economistas independientes han dicho que la derogación de la ley de cuidado de salud agregaría un cuarto de billón de dólares a nuestro déficit. De todos modos, estoy dispuesto a considerar otras ideas para reducir los costos, incluida una que los republicanos sugirieron el año pasado: la reforma de la responsabilidad médica para disminuir las demandas frívolas.
Para hacer que pisemos tierra firme, también debemos encontrar una solución bipartidista a fin de darle mayor solidez al Seguro Social para beneficio de generaciones futuras. Y debemos hacerlo sin poner en peligro a los jubilados actuales, los más vulnerables o las personas con discapacidades; sin recortar los beneficios de generaciones futuras, y sin someter ingresos garantizados para la jubilación de los estadounidenses a los caprichos de la bolsa.
Y si realmente nos importa nuestro déficit, simplemente no podemos darnos el lujo de una extensión permanente de recortes tributarios para el 2% más acaudalado de los estadounidenses. Antes de quitarles dinero a nuestras escuelas o becas a los estudiantes, debemos exigir que los millonarios renuncien a su recorte tributario.
No es cuestión de castigarlos por su éxito. Es cuestión de promover el éxito de Estados Unidos.
De hecho, lo mejor que podríamos hacer con respecto a impuestos para beneficio de todos los estadounidenses es simplificar el código tributario individual. Será una tarea ardua, pero miembros de ambos partidos han expresado interés en hacerlo, y estoy dispuesto a sumarme a ellos.
Entonces, este es el momento de actuar. Este es el momento de que ambos lados y ambas cámaras del Congreso –demócratas y republicanos– lleguen a un acuerdo basado en los principios que logra el cometido. Si tomamos ahora las decisiones difíciles para disminuir nuestro déficit, podemos hacer las inversiones que necesitamos para ganarnos el futuro.
Permítanme adelantarme un paso más. No debemos simplemente darle a nuestro pueblo un gobierno con menores gastos. Debemos darle un gobierno que es más competente y eficiente. No podemos ganarnos el futuro con un gobierno del pasado.
Vivimos y hacemos negocios en la era de la información, pero la última gran reorganización del gobierno tuvo lugar en la era de la televisión en blanco y negro. Existen 12 agencias diferentes dedicadas a las exportaciones. Hay por lo menos cinco entidades diferentes dedicadas a la política de vivienda. Luego está mi ejemplo favorito: el Departamento del Interior está a cargo del salmón mientras está en agua dulce, pero el Departamento de Comercio se encarga de ellos cuando están en agua salada. Y tengo entiendo que la cosa se complica incluso más cuando están ahumados.
Ahora bien, hemos alcanzado grandes logros durante los últimos años en el uso de tecnología y la eliminación de despilfarro. Los veteranos ahora pueden descargar historias médicas electrónicas con apenas pulsar el ratón. Estamos vendiendo acres de oficinas federales que no se han usado en muchos años y disminuiremos la burocracia para salir de más. Pero es necesario que avancemos más. En los próximos meses, mi gobierno formulará una propuesta para combinar, consolidar y reorganizar al gobierno federal de la manera más conveniente para lograr el objetivo de un Estados Unidos más competitivo. Someteré esa propuesta a consideración del Congreso, y presionaremos para que se apruebe.
Este año, también trabajaremos arduamente para hacer que el público vuelva a tener fe en la institución del gobierno. Ya que ustedes merecen saber exactamente cómo y dónde se gasta el dinero de los contribuyentes, podrán ir a un sitio de Internet y obtener esa información por primera vez en la historia. Ya que ustedes merecen saber cuándo sus funcionarios públicos se reúnen con cabilderos, le pediré al Congreso que haga lo que la Casa Blanca ya ha hecho: sacar esa información en Internet. Y debido a que el pueblo estadounidense merece saber que los intereses especiales no nos están llenando propuestas con proyectos favoritos, ambos partidos del Congreso deben saber lo siguiente: si llega a mi despacho una propuesta con asignaciones para proyectos particulares, la vetaré.
Un gobierno del siglo XXI abierto y competente; un gobierno que no gasta por encima de sus ingresos; una economía impulsada por nuevas actitudes e ideas... Nuestro éxito en este mundo nuevo y cambiante requerirá de reforma, responsabilidad e innovación. También requerirá que tratemos a ese mundo con un nuevo nivel de participación en nuestra política exterior.
Así como los empleos y las empresas ahora pueden cruzar fronteras en un instante, también lo pueden hacer nuevas amenazas y nuevos desafíos. No existe muro que separe al oriente del occidente; no hay una superpotencia rival alineada contra nosotros.
Entonces, debemos vencer a enemigos decididos dondequiera que estén y forjar coaliciones que crucen límites de región, raza y religión. El ejemplo moral de Estados Unidos debe brillar siempre para todos aquellos que anhelan la libertad, justicia y dignidad. Ya que hemos iniciado esta labor, esta noche podemos decir que el liderazgo de Estados Unidos se ha renovado y que la posición de Estados Unidos se ha restaurado.
Consideren Irak, de donde casi 100,000 de nuestros valientes hombres y mujeres han salido con la frente en alto; donde las patrullas de combate de Estados Unidos han concluido; la violencia ha disminuido, y se ha constituido un nuevo gobierno. Este año, nuestros civiles forjarán una alianza perdurable con el pueblo iraquí, mientras concluimos la labor de movilizar a nuestras tropas fuera de Irak. Estados Unidos ha cumplido con su compromiso: la guerra en Irak está llegando a su fin.
Por supuesto que, mientras hablamos, Al Qaida sus afiliados continúan planeando ataques contra nosotros. Gracias a nuestros profesionales de inteligencia y de la ley, estamos interrumpiendo complots y resguardando nuestras ciudades y espacio aéreo. Y mientras los extremistas tratan de inspirar actos de violencia dentro de nuestras fronteras, estamos respondiendo con la fuerza de nuestras comunidades, con el respeto al imperio de la ley y con la convicción de que los musulmanes estadounidenses son parte de nuestra familia estadounidense.
También hemos llevado al extranjero la lucha contra Al Qaida y sus aliados. En Afganistán, nuestras tropas han tomado control de baluartes del Talibán y entrenado a las Fuerzas de Seguridad de Afganistán. Nuestro propósito es claro: al impedir que el Talibán recupere el control del pueblo afgano, le negaremos a Al Qaida el refugio que sirvió de plataforma de lanzamiento para el 11 de septiembre.
Gracias a nuestros heroicos soldados y civiles, menos afganos están bajo control de los insurgentes. Hay una lucha difícil por delante, y el gobierno afgano deberá gobernar mejor. Pero estamos aumentando la capacidad del pueblo afgano y forjando una alianza perdurable con ellos. Este año trabajaremos con casi 50 países para iniciar una transición al liderazgo afgano. Y en julio, comenzaremos a traer a nuestros soldados a casa.
En Pakistán, los líderes de Al Qaida están bajo más presión que nunca antes desde el 2001. Sus líderes y agentes están siendo eliminados en el campo de batalla. Sus refugios se están encogiendo. Y hemos enviado un mensaje desde la frontera de Afganistán hasta la Península Arábiga y todas las regiones del mundo: no cejaremos, no titubearemos y los venceremos.
El liderazgo de Estados Unidos también se puede ver en el esfuerzo por almacenar en lugares seguros las peores armas de guerra. Gracias a la aprobación por republicanos y demócratas del Nuevo Tratado START, se emplazarán mucho menos armas y lanzadores nucleares. Debido a que unimos al mundo, se están resguardando materiales en todos los continentes para que nunca caigan en manos de terroristas.
Debido a un esfuerzo diplomático para insistir en que Irán cumpla con sus obligaciones, el gobierno de Irán ahora enfrenta sanciones más duras y estrictas que nunca antes. Y en la Península de Corea, respaldamos a nuestro aliado Corea del Sur e insistimos en que Corea del Norte cumpla con su compromiso de abandonar las armas nucleares.
Estas son apenas algunas de las formas en las que estamos forjando un mundo que favorece la paz y prosperidad. Con nuestros aliados en Europa, revitalizamos la OTAN y aumentamos nuestra cooperación en todo, desde antiterrorismo hasta defensa antimisiles. Hemos restablecido nuestras relaciones con Rusia, reforzado nuestras alianzas en Asia y forjado nuevas sociedades con países como India. En marzo, viajaré a Brasil, Chile y El Salvador para forjar nuevas alianzas para el progreso en el continente americano. Alrededor del mundo, estamos apoyando a quienes asumen responsabilidad, ayudando a agricultores a cultivar más alimentos; apoyando a médicos para que cuiden a los enfermos, y combatiendo la corrupción que puede hacer que una sociedad decaiga y le quite oportunidades a la gente.
Eventos recientes nos han demostrado que lo que nos distingue no debe ser solamente nuestro poderío; debe ser el propósito detrás de él. En el sur de Sudán, con nuestra ayuda, la gente finalmente pudo votar a favor de la independencia tras años de guerra. Miles se pararon en fila antes del amanecer. La gente bailó en las calles. Un hombre que había perdido a cuatro hermanos en la guerra resumió lo que veía alrededor así: “Este fue un campo de batalla durante gran parte de mi vida. Ahora queremos ser libres”.
Vimos ese mismo anhelo por ser libres en Túnez, donde la voluntad del pueblo resultó ser más poderosa que las órdenes de un dictador. Y esta noche, seamos claros: Estados Unidos de Norteamérica está de lado del pueblo de Túnez y apoya las aspiraciones democráticas de todos los pueblos.
Nunca debemos olvidar que aquello por lo que nos hemos esforzado y luchado radica en el corazón de gente en todas partes. Y siempre debemos recordar que los estadounidenses que han asumido mayor responsabilidad por esta lucha son los hombres y mujeres al servicio de nuestro país.
Esta noche, pronunciémonos al unísono reafirmando que nuestra nación está unida en su respaldo de nuestros soldados y sus familias. Cumplamos con ellos así como ellos han cumplido con nosotros: al darles el equipo que necesitan; al proporcionarles la atención y los beneficios que se han ganado, y al reclutar a nuestros veteranos en la gran tarea de construir nuestra propia nación.
Nuestros soldados provienen de todos los rincones de este país. Son negros, blancos, latinos, asiáticos e indígenas americanos. Son cristianos e hindúes, judíos y musulmanes. Y sí, sabemos que algunos de ellos son homosexuales. A partir de este año, no se prohibirá que ningún estadounidense sirva al país que ama debido a quién ama. Y con ese cambio, insto a todos nuestros recintos universitarios a que abran sus puertas a nuestros reclutadores militares y al ROTC. Es hora de dejar atrás las batallas polarizadoras del pasado. Es hora de avanzar como una sola nación.
No debemos engañarnos sobre el trabajo por delante: reformar nuestras escuelas; cambiar la manera que usamos la energía, reducir nuestro déficit. Nada de esto será fácil. Todo ello tomará tiempo. Y será más difícil porque discutiremos sobre todo: el precio, los detalles, la letra de cada ley.
Por supuesto que algunos países no tienen este problema. Si el gobierno central quiere un ferrocarril, consigue un ferrocarril, independientemente de cuántas viviendas debe demoler. Si no quiere un artículo negativo en los diarios, no se escribe.
Pero por más contenciosa y frustrante y desagradable que a veces puede ser nuestra democracia, sé que no hay una sola persona aquí que la cambiaría por otro país del mundo.
Discrepamos sobre política, pero todos nosotros creemos en los derechos consagrados en nuestra Constitución. Por más que tengamos opiniones divergentes, creemos en la misma promesa que dice que este es un lugar donde uno puede ser exitoso si se esfuerza. Por más que tengamos diferentes orígenes, creemos en el mismo sueño que dice que este es un país donde cualquier cosa es posible, independientemente de quién es, independientemente de dónde viene.
Es por ese sueño que me paro ante ustedes esta noche. Es por ese sueño que un muchacho de la clase obrera de Scranton puede pararse detrás de mí. Es por ese sueño que alguien que comenzó barriendo el piso del bar de su padre en Cincinnati puede ser presidente de la Cámara de Representantes en el más grandioso país del mundo.
Ese sueño, ese Sueño Americano, es lo que llevó a los hermanos Allen a reinventar su compañía de techado para una nueva era. Es lo que inspiró a aquellos estudiantes en Forsyth Tech a obtener nuevos conocimientos y trabajar por un futuro. Y ese sueño es el caso de un pequeño empresario llamado Brandon Fisher.
Brandon comenzó una empresa en Berlin, Pensilvania que se especializa en un nuevo tipo de tecnología de perforación. Un día el verano pasado, vio la noticia de que al otro lado del mundo, 33 hombres estaban atrapados en una mina de Chile y nadie sabía cómo salvarlos.
Pero Brandon pensó que su compañía podía ayudar. Y entonces, formuló un rescate que llegaría a conocerse como el Plan B. Sus empleados trabajaron día y noche para fabricar el equipo necesario de perforación. Y Brandon partió para Chile.
Junto con otros, comenzó a perforar en el suelo un hoyo de 2,000 pies, trabajando tres o cuatro días a la vez sin dormir. Treinta y siete días más tarde, el Plan B tuvo éxito, y se rescató a los mineros. Pero debido a que no quería toda esa atención, Brandon no estuvo allí cuando los mineros salieron a la superficie. Ya había regresado a casa, a trabajar en su próximo proyecto.
Más adelante uno de sus empleados dijo sobre el rescate, “Probamos que Center Rock es una empresa pequeña pero hacemos grandes cosas”.
Hacemos grandes cosas.
Desde los primeros días de nuestra fundación, Estados Unidos es un país de gente promedio que se atreve a soñar. Es así que nos ganamos el futuro.
Somos una nación que dice, “Quizá no tenga mucho dinero, pero tengo esta gran idea para una nueva compañía. Quizá no venga de una familia de graduados universitarios, pero seré el primero en obtener mi grado. Quizá no conozca a esas personas en apuros, pero pienso que puedo ayudarlas y necesito tratar. No estoy seguro de cómo llegar a ese lugar más allá del horizonte, pero sé que llegaremos allí. Sé que lo haremos”.
Hacemos grandes cosas.
La idea de Estados Unidos perdura. Nuestro destino sigue siendo lo que decidamos que sea. Y esta noche, más de dos siglos más tarde, es gracias a nuestra gente que nuestro futuro está lleno de esperanza, nuestra travesía continúa y el estado de nuestra nación es sólido.
Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica.
Se apuesta a la tranquilidad, responsabilidad y plenitud de todos. |
THE WHITE HOUSE
Office of the Press Secretary
Remarks of President Barack Obama
State of the Union Address
Mr. Speaker, Mr. Vice President, Members of Congress, distinguished guests, and fellow Americans:
Tonight I want to begin by congratulating the men and women of the 112th Congress, as well as your new Speaker, John Boehner. And as we mark this occasion, we are also mindful of the empty chair in this Chamber, and pray for the health of our colleague – and our friend – Gabby Giffords.
It’s no secret that those of us here tonight have had our differences over the last two years. The debates have been contentious; we have fought fiercely for our beliefs. And that’s a good thing. That’s what a robust democracy demands. That’s what helps set us apart as a nation.
But there’s a reason the tragedy in Tucson gave us pause. Amid all the noise and passions and rancor of our public debate, Tucson reminded us that no matter who we are or where we come from, each of us is a part of something greater – something more consequential than party or political preference.
We are part of the American family. We believe that in a country where every race and faith and point of view can be found, we are still bound together as one people; that we share common hopes and a common creed; that the dreams of a little girl in Tucson are not so different than those of our own children, and that they all deserve the chance to be fulfilled.
That, too, is what sets us apart as a nation.
Now, by itself, this simple recognition won’t usher in a new era of cooperation. What comes of this moment is up to us. What comes of this moment will be determined not by whether we can sit together tonight, but whether we can work together tomorrow.
I believe we can. I believe we must. That’s what the people who sent us here expect of us. With their votes, they’ve determined that governing will now be a shared responsibility between parties. New laws will only pass with support from Democrats and Republicans. We will move forward together, or not at all – for the challenges we face are bigger than party, and bigger than politics.
At stake right now is not who wins the next election – after all, we just had an election. At stake is whether new jobs and industries take root in this country, or somewhere else. It’s whether the hard work and industry of our people is rewarded. It’s whether we sustain the leadership that has made America not just a place on a map, but a light to the world.
We are poised for progress. Two years after the worst recession most of us have ever known, the stock market has come roaring back. Corporate profits are up. The economy is growing again.
But we have never measured progress by these yardsticks alone. We measure progress by the success of our people. By the jobs they can find and the quality of life those jobs offer. By the prospects of a small business owner who dreams of turning a good idea into a thriving enterprise. By the opportunities for a better life that we pass on to our children.
That’s the project the American people want us to work on. Together.
We did that in December. Thanks to the tax cuts we passed, Americans’ paychecks are a little bigger today. Every business can write off the full cost of the new investments they make this year. These steps, taken by Democrats and Republicans, will grow the economy and add to the more than one million private sector jobs created last year.
But we have more work to do. The steps we’ve taken over the last two years may have broken the back of this recession – but to win the future, we’ll need to take on challenges that have been decades in the making.
Many people watching tonight can probably remember a time when finding a good job meant showing up at a nearby factory or a business downtown. You didn’t always need a degree, and your competition was pretty much limited to your neighbors. If you worked hard, chances are you’d have a job for life, with a decent paycheck, good benefits, and the occasional promotion. Maybe you’d even have the pride of seeing your kids work at the same company.
That world has changed. And for many, the change has been painful. I’ve seen it in the shuttered windows of once booming factories, and the vacant storefronts of once busy Main Streets. I’ve heard it in the frustrations of Americans who’ve seen their paychecks dwindle or their jobs disappear – proud men and women who feel like the rules have been changed in the middle of the game.
They’re right. The rules have changed. In a single generation, revolutions in technology have transformed the way we live, work and do business. Steel mills that once needed 1,000 workers can now do the same work with 100. Today, just about any company can set up shop, hire workers, and sell their products wherever there’s an internet connection.
Meanwhile, nations like China and India realized that with some changes of their own, they could compete in this new world. And so they started educating their children earlier and longer, with greater emphasis on math and science. They’re investing in research and new technologies. Just recently, China became home to the world’s largest private solar research facility, and the world’s fastest computer.
So yes, the world has changed. The competition for jobs is real. But this shouldn’t discourage us. It should challenge us. Remember – for all the hits we’ve taken these last few years, for all the naysayers predicting our decline, America still has the largest, most prosperous economy in the world. No workers are more productive than ours. No country has more successful companies, or grants more patents to inventors and entrepreneurs. We are home to the world’s best colleges and universities, where more students come to study than any other place on Earth.
What’s more, we are the first nation to be founded for the sake of an idea – the idea that each of us deserves the chance to shape our own destiny. That is why centuries of pioneers and immigrants have risked everything to come here. It’s why our students don’t just memorize equations, but answer questions like “What do you think of that idea? What would you change about the world? What do you want to be when you grow up?”
The future is ours to win. But to get there, we can’t just stand still. As Robert Kennedy told us, “The future is not a gift. It is an achievement.” Sustaining the American Dream has never been about standing pat. It has required each generation to sacrifice, and struggle, and meet the demands of a new age.
Now it’s our turn. We know what it takes to compete for the jobs and industries of our time. We need to out-innovate, out-educate, and out-build the rest of the world. We have to make America the best place on Earth to do business. We need to take responsibility for our deficit, and reform our government. That’s how our people will prosper. That’s how we’ll win the future. And tonight, I’d like to talk about how we get there.
The first step in winning the future is encouraging American innovation.
None of us can predict with certainty what the next big industry will be, or where the new jobs will come from. Thirty years ago, we couldn’t know that something called the Internet would lead to an economic revolution. What we can do – what America does better than anyone – is spark the creativity and imagination of our people. We are the nation that put cars in driveways and computers in offices; the nation of Edison and the Wright brothers; of Google and Facebook. In America, innovation doesn’t just change our lives. It’s how we make a living.
Our free enterprise system is what drives innovation. But because it’s not always profitable for companies to invest in basic research, throughout history our government has provided cutting-edge scientists and inventors with the support that they need. That’s what planted the seeds for the Internet. That’s what helped make possible things like computer chips and GPS.
Just think of all the good jobs – from manufacturing to retail – that have come from those breakthroughs.
Half a century ago, when the Soviets beat us into space with the launch of a satellite called Sputnik¸ we had no idea how we’d beat them to the moon. The science wasn’t there yet. NASA didn’t even exist. But after investing in better research and education, we didn’t just surpass the Soviets; we unleashed a wave of innovation that created new industries and millions of new jobs.
This is our generation’s Sputnik moment. Two years ago, I said that we needed to reach a level of research and development we haven’t seen since the height of the Space Race. In a few weeks, I will be sending a budget to Congress that helps us meet that goal. We’ll invest in biomedical research, information technology, and especially clean energy technology – an investment that will strengthen our security, protect our planet, and create countless new jobs for our people.
Already, we are seeing the promise of renewable energy. Robert and Gary Allen are brothers who run a small Michigan roofing company. After September 11th, they volunteered their best roofers to help repair the Pentagon. But half of their factory went unused, and the recession hit them hard.
Today, with the help of a government loan, that empty space is being used to manufacture solar shingles that are being sold all across the country. In Robert’s words, “We reinvented ourselves.”
That’s what Americans have done for over two hundred years: reinvented ourselves. And to spur on more success stories like the Allen Brothers, we’ve begun to reinvent our energy policy. We’re not just handing out money. We’re issuing a challenge. We’re telling America’s scientists and engineers that if they assemble teams of the best minds in their fields, and focus on the hardest problems in clean energy, we’ll fund the Apollo Projects of our time.
At the California Institute of Technology, they’re developing a way to turn sunlight and water into fuel for our cars. At Oak Ridge National Laboratory, they’re using supercomputers to get a lot more power out of our nuclear facilities. With more research and incentives, we can break our dependence on oil with biofuels, and become the first country to have 1 million electric vehicles on the road by 2015.
We need to get behind this innovation. And to help pay for it, I’m asking Congress to eliminate the billions in taxpayer dollars we currently give to oil companies. I don’t know if you’ve noticed, but they’re doing just fine on their own. So instead of subsidizing yesterday’s energy, let’s invest in tomorrow’s.
Now, clean energy breakthroughs will only translate into clean energy jobs if businesses know there will be a market for what they’re selling. So tonight, I challenge you to join me in setting a new goal: by 2035, 80% of America’s electricity will come from clean energy sources. Some folks want wind and solar. Others want nuclear, clean coal, and natural gas. To meet this goal, we will need them all – and I urge Democrats and Republicans to work together to make it happen.
Maintaining our leadership in research and technology is crucial to America’s success. But if we want to win the future – if we want innovation to produce jobs in America and not overseas – then we also have to win the race to educate our kids.
Think about it. Over the next ten years, nearly half of all new jobs will require education that goes beyond a high school degree. And yet, as many as a quarter of our students aren’t even finishing high school. The quality of our math and science education lags behind many other nations. America has fallen to 9th in the proportion of young people with a college degree. And so the question is whether all of us – as citizens, and as parents – are willing to do what’s necessary to give every child a chance to succeed.
That responsibility begins not in our classrooms, but in our homes and communities. It’s family that first instills the love of learning in a child. Only parents can make sure the TV is turned off and homework gets done. We need to teach our kids that it’s not just the winner of the Super Bowl who deserves to be celebrated, but the winner of the science fair; that success is not a function of fame or PR, but of hard work and discipline.
Our schools share this responsibility. When a child walks into a classroom, it should be a place of high expectations and high performance. But too many schools don’t meet this test. That’s why instead of just pouring money into a system that’s not working, we launched a competition called Race to the Top. To all fifty states, we said, “If you show us the most innovative plans to improve teacher quality and student achievement, we’ll show you the money.”
Race to the Top is the most meaningful reform of our public schools in a generation. For less than one percent of what we spend on education each year, it has led over 40 states to raise their standards for teaching and learning. These standards were developed, not by Washington, but by Republican and Democratic governors throughout the country. And Race to the Top should be the approach we follow this year as we replace No Child Left Behind with a law that is more flexible and focused on what’s best for our kids.
You see, we know what’s possible for our children when reform isn’t just a top-down mandate, but the work of local teachers and principals; school boards and communities.
Take a school like Bruce Randolph in Denver. Three years ago, it was rated one of the worst schools in Colorado; located on turf between two rival gangs. But last May, 97% of the seniors received their diploma. Most will be the first in their family to go to college. And after the first year of the school’s transformation, the principal who made it possible wiped away tears when a student said “Thank you, Mrs. Waters, for showing… that we are smart and we can make it.”
Let’s also remember that after parents, the biggest impact on a child’s success comes from the man or woman at the front of the classroom. In South Korea, teachers are known as “nation builders.” Here in America, it’s time we treated the people who educate our children with the same level of respect. We want to reward good teachers and stop making excuses for bad ones. And over the next ten years, with so many Baby Boomers retiring from our classrooms, we want to prepare 100,000 new teachers in the fields of science, technology, engineering, and math.
In fact, to every young person listening tonight who’s contemplating their career choice: If you want to make a difference in the life of our nation; if you want to make a difference in the life of a child – become a teacher. Your country needs you.
Of course, the education race doesn’t end with a high school diploma. To compete, higher education must be within reach of every American. That’s why we’ve ended the unwarranted taxpayer subsidies that went to banks, and used the savings to make college affordable for millions of students. And this year, I ask Congress to go further, and make permanent our tuition tax credit – worth $10,000 for four years of college.
Because people need to be able to train for new jobs and careers in today’s fast-changing economy, we are also revitalizing America’s community colleges. Last month, I saw the promise of these schools at Forsyth Tech in North Carolina. Many of the students there used to work i
Fuente: Impre.com
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