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domingo, 30 de mayo de 2010

El botiquín de nuestra casa (VIII): las pastillas para la tos



La tos es algo que existe desde el principio de los tiempos. Pero las pastillas para la tos no llegaron hasta el año 1000 a.C, en Egipto.

La tos surgió como manera de despejar el conducto del aire de materias extrañas inhaladas, irritantes químicos o, en el curso de un resfriado, el exceso de secreciones. La tos tiene un parte voluntaria y otra involuntaria.

Los medicamentos que reducen la frecuencia e intensidad de la tos reciben el nombre técnico de antitusígenos, y muchos de ellos, como la codeína, actúan en el cerebro para reducir la actividad de su centro de la tos, calmando con ello los accesos.

Las fórmulas más antiguas, sin embargo, estaban orientadas a aliviar y relajar los músculos de la garganta que intervienen en el mecanismo de la tos, como las que empleaban los antiguos egipcios.

Los egipcios elaboraban los primeros caramelos duros con miel, alterando su sabor con hierbas, especias y frutos cítricos. Se observó que la succión de estos caramelos aliviaba la tos, como ocurre hoy en día con los caramelos, cuyos ingredientes no se distinguen demasiado de aquéllos.

En otras culturas y épocas, el principio continuó siendo el mismo, y sólo se cambiaban los ingredientes: corteza de olmo, aceite de eucalipto, aceite de menta piperita, malvavisco, etc.

Habría que esperar hasta el siglo XIX para que se crearan los primeros compuestos que redujeran o eliminaran la tos actuando en el cerebro.

La morfina, un alcaloide del opio, que es el látex de las flores de adormidera, fue identificada en Alemania en 1805. A fines de siglos, en 1898, los químicos obtuvieron por vez primera la heroína (diacetil morfina), un derivado simple de la morfina. Ambos agentes adquirieron popularidad y, durante algún tiempo, fueron medicamentos antitusígenos cuya adquisición no presentaba dificultad. Un anuncio de 1903 presentaba la Glico-Heroin como el último descubrimiento médico en “sedantes respiratorios”.

Sin embargo, actualmente se usa un derivado débil de la morfina: la codeína. Dado que una dosis elevada de un compuesto de morfina causa la muerte al interrumpir la respiración, no es difícil comprender que tales productos supriman la tos.

La mayoría de los preparados para la tos que se venden sin receta son combinaciones de supresores de la tos, expectorantes, descongestionantes y antihistamínicos. Las combinaciones diferentes tratan síntomas distintos.

Vía | Las cosas nuestras de cada día de Charles Panati



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